Mis padres van perdiendo el brillo de sus ojos pero yo todavía conservo mi sonrisa, tal vez no me doy cuenta de que me están robando mi infancia, que las mafias intentarán abrazarme para perderme en la adolescencia; todavía no sé que este sitio donde vivo es mi cárcel, y desconozco que hay un papel que ha elegido mi futuro por mí, justo donde pone procedencia. Juego con las piedras mientras mi madre, desde lejos, me observa con su mirada perdida.
Ahora os dejo, me voy a trepar esa valla que delimita donde debo estar. Desde ahí arriba se divisan todas las casitas de plástico de mi nuevo pueblo. Me gustaría que me acompañara mi padre algún día a las alturas; sé que si mirase al horizonte desde ahí volvería su eterna sonrisa, mucho más grande que la mía. Me encantaría que todos vosotros también quisierais y pudierais verla, ¡era tan hermosa!— Maite Arregi. Pamplona. Voluntaria Help-NA y EREC. Texto escrito desde Softex (Grecia).