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Trauma en refugiados y víctimas de guerra



Se considera refugiado a “una persona que, debido a un miedo fundado de ser perseguido por razones de raza, religión, nacionalidad, membresía de un grupo social o de opinión política en particular, se encuentra fuera de su país de nacimiento y es incapaz, o, debido a tal miedo, no está dispuesto a servirse de la protección de aquel país; o de quien, por no tener nacionalidad y estar fuera del país de su antigua residencia habitual como resultado de tales eventos, es incapaz, debido a tal miedo, de estar dispuesto a volver a éste” (Convención sobre el Estatuto de los Refugiados; ONU, 1951)
Las personas que han solicitado asilo en países de la Unión Europea y concretamente en España ha crecido notablemente desde 2011, principalmente por el conflicto ucraniano y sirio. Así, 1.287.100 de personas pidieron por vez primera asilo en la Unión Europea entre enero de 2015 y enero de 2016 (Oficina Estadística de la Unión Europea, 2016).
No obstante, Europa no es el único lugar de destino de los refugiados, así por ejemplo, son cientos los que han llegado en los últimos años a Chile, un 50% de ellos procedentes de zonas en conflicto de Colombia, pero también de Afganistán, Siria o Palestina.
Los solicitantes de asilo en Europa proceden principalmente y en este orden de los siguientes países: Siria, Ucrania, Mali, Argelia, Palestina, Nigeria, Pakistán, Somalia, Venezuela e Irak (Comisión Española de Ayuda al Refugiado, 2014).
Al margen de cuál sea la resolución de la solicitud de asilo; esto es, que sean reconocidos como personas refugiadas, reciban protección internacional o protección subsidiaria, la realidad es que estas personas se han expuesto a un proceso de migración que lleva implícito una serie de fases en las que experimentan una sucesión de estresores y situaciones que les pueden marcar en lo sucesivo (Zimmerman, Kiss y Hossain, 2011).